Libertad es una palabra vietnamita.

¿Hay una guerra en Indochina? Casi se dudaría; los diarios de la Francia «libre», sometidos más que nunca a la consigna, hacen silencio. Publican tímidamente los partes militares victoriosos, aunque confusos. Para reconfortar a los familiares, se asegura que los soldados son «economizados» (los banqueros se traicionan por el estilo de los comunicados). Ni una palabra sobre la feroz represión ejercida allá lejos en nombre de la Democracia. Se hace todo lo posible para ocultar a los franceses un escándalo que subleva al mundo entero.

Porque hay una guerra en Indochina, una guerra imperialista emprendida en nombre de un pueblo que, por su parte, acaba de ser liberado de cinco años de opresión, contra otro pueblo que unánimemente busca la libertad.

Esta agresión encierra un grave significado.

Por una parte, demuestra que nada ha cambiado: el capitalismo, al igual que en 1919, después de haber explotado tanto el patriotismo como las más nobles palabras, tales como la de la libertad, intenta asegurarse la suma del poder, reinstaurar su burguesía financiera, su ejército, su clero, persiste en aplicar su política imperialista tradicional.

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