Churrería exprés.

Hace poco vi una entrevista a García Berlanga en la que explicaba como un buen día imaginó un plano, el que luego sería el plano final (y brutal, por cierto) de “El verdugo”. Me refiero a aquél en el que se ve a un reo condenado a muerte y a su ejecutor andando por el patio de la cárcel camino del garrote vil, los dos teniendo que ser ayudados por carceleros para poder caminar, los dos igual de aterrados, uno por ir a morir y otro por ir a matar. Contaba Berlanga que vio claro que tenía que realizar aquel plano y que, a partir de ahí, todo lo que quedaba por hacer era rellenar hora y media de película. A mí, con los artículos de Visual, me pasa algo parecido. Que tengo una idea clara, algo que quiero decir, algo que me pica dentro, pero que luego hay que pulir y sacarse un artículo entero. Y ahí empieza la lucha en la que las paso canutas hasta que doy forma a esa idea y escribo la hora y media de película. Pero, a veces, no tengo nada que decir, nada pica dentro, ni una idea inicial sobre la que trabajar, ni un miserable plano. Y me entran sudores fríos cuando se va acercando la fecha de entrega y sigo a por uvas. Y cuando pienso que no voy a ser capaz de escribir el dichoso artículo, entre sudor frío y sudor frío, me pregunto si es honesto rellenar por rellenar por aquello de que figure mi nombre y mi página web en un número más de Visual y por no hacer un feo a esta buena gente. Se me va la memoria a aquellos trabajos de colegio en los que para salir del paso y completar el folio escribíamos con la letra bien gorda y poniendo muchos puntos y aparte, por aquello de aprobar y no acabar siendo un pelagatos sin oficio ni beneficio.

Si finalmente no se dejan agarrar las musas, si no aparece la idea, renunciar a escribir el artículo es una buena opción, quizá la más honrada. Pero no todos los días te ofrecen una página para que le sueltes al mundo tus pajillas  mentales y entonces me parece una pena desaprovechar la oportunidad. Pero ¿qué escribir cuando no hay nada que contar? Yo creo que ya estamos todos cansados de leer artículos y libros que no cuenta nada, de ver películas que no cuentan nada, de oír música que no cuenta nada, de ver diseño gráfico que no cuenta nada. Cansados de discursos que no aportan nada, ni nuevo ni viejo y, encima, amparados bajo el nombre de la cultura y el arte. Y con lo a gustito que se está callado, sin contar nada a nadie, sin tener que darle a la perola para parir la siguiente gran idea genial.

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